viernes, 28 de octubre de 2016

¿Qué ha pasado? Parte I

Ilustración de Vero*

Ha pasado ya un tiempo, casi un año, desde mi última entrada, y hasta entonces tampoco es que haya sido muy prolífica, ni siquiera muy constante, sino todo lo contrario. Aprovecho las primeras horas de la mañana en la oficina para escribir. El jefe aún no ha dado señales de vida desde sus dependencias romanas. Lo hará en cualquier momento, me pedirá las cosas atropelladamente, con la conexión del Skype que siempre va fatal cuando está en Italia. Aún no ha acabado de amanecer. Quiero aprovechar esta serenidad efímera y decir que llevaba tiempo pensando retomar esto de escribir y hacerlo habitual. Habitual como lo fue desde los 12 años hasta hace aproximadamente unos 5.

Supongo que todos los que no estamos destinados a escribir "a lo grande" paramos en algún momento de hacerlo, pero el caso es que aunque ya no escriba como antes, sigo teniendo ganas de hacerlo. Leer es otro discurso, extraño coger un libro y sentarme cómodamente a exprimirlo y saborearlo. Pero... ¿y el tiempo material para hacerlo?

He pasado dos años y medio trabajando en una academia como profesora de refuerzo para niños desde los 7 años hasta los 18, universitarios de mi especialidad (Hispánicas) y, además, de adultos para preparación de exámenes de acceso a ciclos o a la universidad. Aunque eran 4 horas al día, siempre hay trabajo que hacer en casa, sobre todo el primer medio año. Después de adquirir un método y unos materiales con los que trabajar, la carga se aligera. creí que tenía tiempo de sobra para volver a estudiar, pero no me esperaba que volver al instituto (así es, me matriculé en un ciclo superior de Producción editorial) fuera a resultar tan, tan difícil. 

Agotada, así viví durante 10 meses, empezando los días a las 07:30 a.m. y terminando a las 20:00 p.m., con apenas una hora y media de "descanso" al día. ese tiempo lo usaba normalmente para comer y para, a la vez, prepararme la cena. Exámenes cada 15 días. Creo que no tuve tanto hábito de estudiar ni siquiera en la universidad. Al mismo tiempo en una relación de pareja que se desarrolló parte del tiempo a distancia (mi ex se fue primero a Dinamarca y al año siguiente a Brasil, en ambas ocasiones por periodos de 6 meses). 

Eran tiempos en los que fui feliz. Me independicé a los 26, me fui a vivr con un Erasmus irlandés (Adam, todo un personaje) y un Séneca de Mallorca (Jaume, igual de personaje que Adam). Mañanas de café y maría, vida social bastante activa, pues vivía al lado del campus universitario donde aún estudiaban algunos de mis mejores amigos. Fueron 5 meses muy buenos, tranquilos (demasiado, por eso decidí volver a estudiar), pese a que el gato quiso cazar algún pájaro desde el alfeizar de un 4º piso y nos salió caro a los dos es hecho de que, afortunadamente, solo se rompiera el fémur. 

Después hubo una segunda mudanza, y he de decir que es increíble cómo ha aumentado el número de mis pertenencias materiales estos últimos 5 años, pues después de esta segunda mudanza ha habido otras dos (incluido en la última un cambio de ciudad) y de no tener más que 4 cajas y un par de maletas he pasado a tener todo lo necesario para llenar un piso de 60 metros cuadrados. Volviendo a la segunda mudanza... me fui a vivir con una conocida/amiga de la universidad y con una chica maravillosa llamada Grainne, Erasmus irlandesa (nunca he hablado de mi debilidad por Irlanda y los irlandeses, ¿verdad?...), que ahora años después sigue siendo una de mis mejores amigas. La convivencia nunca es como se quiere que sea, nunca es ideal, nunca es perfecta. No lo es ni siquiera con tu familia de sangre, por lo que es una locura pensar que pueda serlo con nuestras "familias adoptivas". Grainne sigue en mi vida, pero no así la otra chica, y la historia no terminó nada bien (mi gato traumatizado por cumpla de una perrita que esta chica y su novia trajeron a vivir con nosotros, y yo teniendo que irme del piso casi de la noche a la mañana). Pero eso quizás es tema para otro capítulo...

En próximos episodios más! Pero antes algunas fotos acompañando a estas palabras y recuerdos.

Primeros compañeros de piso, Jaume y Adam

Filologadas. Acabaré poniéndome nostálgica...

El gato que quiso atrapar un bicho y cayó del 4º piso...

Sin tiempo para buscar un piso, me metí en uno vacío.
Ni cama, ni armarios, ni lavadora, ni nada...

Mi irlandesa preferida, Grainne Wood. I love you!


Ciao!




No hay comentarios:

Publicar un comentario