martes, 1 de marzo de 2011

La bestia

La mayor parte de las veces ni siquiera la siento llegar. Viene arrastrándose muy despacio desde lo más profundo. No es agradable, porque cuando le veo la cara ya es tarde. Cuando me doy cuenta ya ha causado estragos, ya ha hecho daño. Y luego es difícil volver atrás porque en el fondo sé que algunas veces – algunas – tiene razón. Es como si esa bestia de mal humor me abriera los ojos durante un segundo. Esa bestia tiene las ideas claras. Otras veces es completamente estúpida e impertinente, arrogante e hipócrita. ¿O quizás esa soy yo? Es jodido no poder controlarla, no saber controlarme. Tiro la piedra y escondo la mano. Luego levanto la cabeza orgullosa. Yo no he hecho nada. Bueno, quizás decir las cosas a medias. Pero es que veces jugamos con fuego sin darnos cuenta. No admitimos nuestros sentimientos y nos ponemos a la defensiva. No nos hacemos justicia, ni a nosotros ni a los demás, y así nos complicamos esta breve existencia con subterfugios inútiles. ¡Raza de idiotas! Es más fácil engañarnos, torturarnos, reprimir nuestros impulsos, olvidar lo más simple y tomar las curvas a cien por hora. Y la vida se va por la borda, al garete con todo, ¡a la mierda!
Eso sí, luego vamos a clase de yoga. Con las manos sucias y el alma llena de polvo de usarla tan poco.

2 comentarios:

  1. nos ponemos a la par,te digo lo mismo.sal de mi cabeza.dices lo que pienso con mejor palabras.muy bien escrito y buenas analogias.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Josef ^^. Qué bien que estés por aquí!

    ResponderEliminar